Ute Gomm menciona como ejemplo que un yogur que está en su empaque original y refrigerado se mantiene incluso semanas después de lo especificado.

Una y otra vez se escucha la indicación de que la espinaca o los hongos no deberían ser recalentados. Pero en este caso, Gomm indica que esto no es tan así.

La experta explica que esta regla procede todavía de tiempos en los cuales no todos los hogares disponían de una nevera. Y, como han mejorado las condiciones de almacenamiento, hoy en día recalentar no se vuelve un problema.

No obstante, y a pesar de todas las medidas preventivas, es importante no olvidar que a lo que se puede aspirar es a reducir la probabilidad de una intoxicación o infección por alimentos. “Pero un riesgo restante queda siempre”, apunta el gastronterólogo Wedemeyer.

Acota asimismo que si alguien tiene síntomas tras una visita a un restaurante, esto no implica automáticamente que allí se trabaje con falta de higiene. “A veces simplemente se tiene mala suerte”, asevera.

Wedemeyer recomienda que, en un caso de este tipo, todos las y los pacientes reporten el hecho al establecimiento gastronómico. “No se trata de manifestar el enojo”, indica el gastronterólogo.

“Muchas veces los locales ni se enteran de que sus comidas —sea por los motivos que fuere— contienen sustancias nocivas y entonces tampoco pueden reaccionar. Pero, de esta manera, otros comensales pueden ahorrarse esa misma suerte”, agrega.