Los blinis, las tortitas rusas que no saben de ricos y pobres
Con una historia milenaria, los blinis, las tortitas rusas, no son solo un alimento, sino una tradición cultural profundamente arraigada, que disfrutan tanto ricos como pobres, en invierno y en verano...
Con una historia milenaria, los blinis, las tortitas rusas, no son solo un alimento, sino una tradición cultural profundamente arraigada, que disfrutan tanto ricos como pobres, en invierno y en verano, en jornadas de fiesta o en el día a día.
Con una fina sartén en la mano como principal herramienta, el cocinero del restaurante Tejnikum de Moscú cocinó en apenas unos minutos una montaña de blinis para los comensales que celebran estos días el carnaval ruso.
El resto ya depende del gusto del consumidor, ya que estas tortas rusas viajan diariamente desde el mar a la montaña, pasando por la huerta y la pastelería, sea a la hora del desayuno, la comida o la cena.
Es habitual que se coman solos o con crema agria, pero también puede ser un plato dulce, servirse con requesón y azúcar, leche condensada, nata, fruta, etc. Pero también puede ser salado, estar relleno de carne picada, salmón y hasta caviar.
La principal diferencia que caracteriza a los blinis rusos es su poco grosor, textura suave y elasticidad al realizarse con una crema mucho más líquida, mezclada con agua o leche.
Su capacidad para adaptarse a todos los gustos posibles, así como el bajo coste de la receta tradicional, lo ha posicionado como un plato para todos los públicos en una Rusia marcada por la gran desigualdad económica desde la caída de la URSS.
Fuente : Agencia EFE